miércoles, 11 de abril de 2012

Templo de Santo Domingo de Guzmán

El Templo de Santo Domingo de Guzmán de la ciudad de Oaxaca de Juárez (México) es un ejemplo de la arquitectura novohispana. Los primeros proyectos de construcción del edificio datan del año 1551, en que el Ayuntamiento de la Antequera de Oaxaca cedió a la Orden Dominica un total de veinticuatro lotes para la construcción de un convento en la ciudad. Sin embargo, no fue hasta el año 1608 en que el conjunto conventual de Santo Domingo fue inaugurado, aun sin concluir.
A lo largo de su historia, el Templo de santo Domingo ha sido escenario de varios sucesos importantes en la historia de México: fue convertido en bodega militar, en establo, cerrado al culto católico en tiempos del laicismo jacobino de los gobiernos emanados de la Guerra de Reforma, y luego devuelto nuevamente a la Iglesia por acuerdo de Porfirio Díaz. En 1979 recibió la visita del pontífice católico Juan Pablo II, y luego declarado —junto con todo el Centro Histórico de Oaxaca— Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El componente más notable del hastial es la portada del templo de tres cuerpos y remate en la que emergen Santo Domingo y San Hipólito sosteniendo un templo sobre el que desciende el Espíritu Santo.

La decoración del templo, uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco mexicano, incluye el excepcional árbol genealógico de Santo Domingo de Guzmán y 36 pinturas que se localizan en el arranque ilustrando pasajes del antiguo testamento. Las superiores reproducen escenas de la vida de Cristo y de la Virgen María.

La cubierta del crucero es de bóveda vaída y está decorada con relieves de santos de la orden de predicadores, entre ellos cuatro pontífices que se hallan en las pechinas. Todo el espacio está cubierto por una verdadera e intrincada red de entrelazos por donde asoman santos, ángeles, querubines y patriarcas.

La bóveda vaída -cuya belleza resalta- se eleva sobre el cañón corrido de la nave, donde se observan 104 medallones de mártires dominicos que de abajo hacia arriba y de mayor a menor forman gajos en la bóveda peraltada hasta llegar a la representación de la Paloma del Espíritu Santo.

En este conjunto destaca la hermosísima capilla del Rosario, de cúpula gallonada que descansa sobre tambor octagonal. La pequeña imagen de la virgen viste de blanco, combinando con el dorado que resplandece en todo su derredor; flanquean su nicho cuatro columnas salomónicas bellamente decoradas con imitación hojarasca dorada.








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